Pasamos una noche más de música en Pepsi Center, uno de nuestros recintos favoritos que esta vez recibió a White Lies
✍️ Arantza Minami
📸 Santiago Covarrubias/OCESA
Empezó la línea de bajo y la batería de Death y el Pepsi Center sintió la fuerza de White Lies en su regreso a México. No sabíamos lo que nos esperaba, aunque lo intuíamos, y el resultado fue grandioso. Había terminado la banda telonera, The Real Antonios, experimento que francamente pocos comprendimos.
Era ya la víspera del regreso de White Lies, pocos minutos nos separaban del momento; y todo comenzó. La transformación que podía observarse en los rostros de las personas que llegaban cerca de las 21:05, ya con la banda en el escenario, era una sorpresa digna de describir: la sonrisa se proyectaba y los ojos se iluminaban, mientras las piernas corrían emocionadas para alcanzar un mejor lugar. La alegría cruzaba el umbral, las luces encendidas y los “papelitos” volando daban la bienvenida, mientras Harry McVeigh cantaba I love the feelling when we lift off… Luego, y como si fuera poco, comenzó Farewell To The Fairground y los gritos ya eran incontenibles.
La emoción de los primeros sencillos llegaba a los treintones que conformábamos la mayoría del público. El tiempo no perdona, pero nos estaba dando tregua. White Lies continúo un setlist que muchos han llamado perfecto con la increíble energía de There Goes Our Love Again y Am I really Going To Die con esos pequeños acentos de disco y un puente espectacular que puso a bailar a todos. Luego, vino Getting Even del álbum Big TV y Step Outside de su más reciente trabajo, As I Try Not to Fall Apart. Pero el lugar casi se derrumbaba con el coro ensordecedor que fuimos todos en Is My Love Enough; momentos como aquel te recuerdan que la música se trata de eso: de la comunidad, de volvernos humanos unos con otros.
Siguió la noche con Breakdown Days, Unfinished Business, Hurt My Heart y Mother Tongue, para luego tocar la canción de desamor que define perfectamente la sensación de conformarse con poco porque peor es nada: Take It Out On Me; confesión aparte, mi momento favorito de la noche. La banda londinense continuó con Fifty On Our Foreheads, Swing y Trouble In America. Luego, comenzaron los primeros acordes de Tokyo, un victorioso experimento que juega con aspectos de la música electrónica y que podría hacer bailar a cualquiera. La fiesta siguió con la batería de Hold Back Your Love, tema que refleja la complejidad de ese sentimiento que llamamos amor.
I Don’t Want To Go To Mars cerró la primera parte del concierto, esa en la que jugamos a que la banda se despide, pero vuelve por su amor al público; juego que, en el caso de White Lies es bastante sincero, pues sus sonrisas evidenciaban el cariño que la banda tiene por sus fans mexicanos.
El encore despegó con Big TV del disco homónimo para continuar con To Lose My Life que preparaba al público para la inevitable despedida, la que llegaría con Bigger Than Us y un Pepsi Center lleno de energía coreando cada palabra. Las sonrisas al terminar eran evidentes, la calidad de espectáculo que White Lies brindó al público le devolvió algo de lo que todos hemos perdido en algún momento de nuestra vida.
Escuchando algunas anécdotas de asistentes y de amigos, me daba cuenta de que la música de la banda les había ayudado, contenido y soportado en diferentes situaciones, les había enamorado, desenamorado, les había enjugado las lágrimas y les había hecho felices, algo que quizá no notamos cuando sucede, pero que extrañamos cuando no está. Eso es la música: es sentir y sentir con otro. Y ayer todos fuimos uno mismo con White Lies.
Continúa en las redes de Ídolos. ⚡️