El columpio asesino se balancea por última vez en México

La banda de Pamplona de despidió de CDMX en el Frontón México

La noche del 11 de octubre se llevó a cabo uno de los conciertos con los que la banda española, El columpio asesino, se despidió de los escenarios mexicanos. La cita fue en el Frontón México, recinto que poco a poco se posiciona como uno de los mejores lugares para conciertos, por su conectividad con transporte público y acústica, entre otras cosas.

Alrededor de las 20:50, los integrantes del Columpio salieron a escena dispuestos a emocionarse junto a su público en un concierto que prometía mezclar sentimientos, pues al mismo tiempo que la música de los españoles invitaba a cada uno de los asistentes a bailar, la nostalgia anticipada por saberse su última presentación en el país, generaba una atmósfera de emociones ambiguas.

Sin embargo, con el pasar de cada canción, el público se entregaba con sus voces, manos y baile, con temas como “Babel”, “Ye, ye, ye”, “Motel”, “Huir” o “Preparada”.

La banda de Pamplona, herederos del post-punk y new wave, pero creadores de un sonido que difícilmente se puede catalogar, rápidamente supieron conectar con un público ávido de los temas que celebraran la vida de la agrupación, quien tiene una relación íntima con sus fans mexicanos.

Luego de una primera parte de fiesta total, el Columpio tomó un breve descanso para volver en un encore que comenzó lento, pero consistente, con canciones como “Cenizas” o “El destacamento”, para continuar con “Corazón anguloso” y uno de sus temas más populares, “Diamantes”.

Al llegar la recta final, la energía despedida en el escenario y por la audiencia permitió que los temas “Perlas” y “Floto” enmarcaran la despedida del grupo en una atmósfera que daba testimonio del amor que el Columpio tiene por tocar, pues la pasión era evidente en cada acorde que entonaban.

“Toro” fue el último tema de la noche y de la carrera del Columpio en los escenarios mexicanos; la fuerza que desprendieron en ella supo contagiar a cada uno de los asistentes, quienes en sus rostros y movimientos demostraban la razón de la música en vivo, la razón por la que nos reunimos cientos de extraños a escuchar a una banda. La comunión entre los fans y el grupo era palpable; la música, una vez más, se convertía en lo único que por unos minutos te asegura que vale la pena estar vivo. Tras las últimas notas de la canción, la banda se fundió en un efusivo abrazo que nos recordó que así es como deberían sentirse todas las despedidas.

Gracias al Columpio asesino por dejarnos una sonrisa que ocupará el lugar de su ausencia.

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