Una noche llena de punk de “a de veras” con Turnstile

Anoche Turnstile se presentó en Ciudad de México en un concierto sumamente esperado por miles de fans que ayer no los dejaron solos en el slam

Fotos: OCESA / César Vicuña
La cita fue en el Pabellón Oeste del Palacio de los deportes y fueron acompañados por las bandas Margaritas Podridas, Drain y Ceremony; en punto de las 21:50, Turnstile salió al escenario a prolongar la energía del punk que ya se respiraba en el lugar gracias a los grupos abridores.

La música resonaba en cada rincón del pabellón y hacía (literalmente, ahora sí) que el piso temblara con cada tema. El slam que se armó en pista (me parece de verdad incongruente que existan zonas vip en eventos así) dotaba al público de una fuerza que fue inagotable durante todo el show. Nunca se detuvieron los gritos, los saltos, el punk.

En ese sentido y viendo un show como el de ayer, resultan absurdas e incongruentes las ideas de que el rock y la música que se aleja del algoritmo popular ya no tiene nada que decir, pues la cantidad de gente que se dio cita en el recinto, demostró que las guitarras veloces, las baterías potentes, los bajos contundentes y las voces desgarradas todavía son representativas de la juventud y que, aun hoy, le llenan como nada más puede hacerlo.

Otro de los pensamientos que podían llegar anoche al ver la presentación de la banda es que una de las cualidades de Turnstile y que definitivamente atrapa a cada vez más seguidores, es la forma en cómo toman ritmos que podrían no asociarse propiamente al punk o al hard rock, como los tumbados de algunas de sus canciones; toman esto a su favor y crean una fusión muy interesante.

Así, ayer por la noche canciones como “EndlessX”, “Wild world” o “Don’t play” fueron coreados, gritados, saltados, golpeados por toda la audiencia, mientras algunos otros ya sufrían las consecuencias del slam y de la “moshpit zone”, lugar claramente marcado por algunos de los fans que llegaron a la pista. Los vasos de chela (esperemos) volaban por doquier y el aire de camaradería que se respiraba en general entre los asistentes demostraba una vez más que la música crea las conexiones más fuertes.

Anoche, el Pabellón Oeste no se cayó por milagro, pues la energía de Turnstile y de la audiencia podría haber desmoronado varios edificios. Es por ello que deseamos, una vez más, que regrese la banda estadounidense. En Ídolos seguro estaremos ahí.